martes, 7 de junio de 2016


Stanley Kubrick y la obsesiva perfección (II)

Como prometí, es el turno de analizar más en profundidad la genialidad de este autor. Su cine ha sido objeto de estudio y controversia desde sus primeras obras, polémica que se acrecentaba con cada nueva película que estrenaba. Tengamos como ejemplo "The Shining", película de terror basada en un relato de Stephen King del año 1980 que, como venía siendo costumbre, fue destrozada por la crítica en su momento. El entonces crítico cinematográfico del Washington Post, Gary Arnold, escribió: "Al tiempo que retiene el esquema de la fábula de la casa encantada de King, Kubrick esconde o apaga la mayoría del trasfondo psicológico y minimiza las siniestras posibilidades en escena". El propio autor de la novela admitió no entender la película, y ha manifestado su desprecio por la versión de Kubrick en reiteradas ocasiones. En la revista Rolling Stone, confesó: "El libro es cálido, la película es fría; el libro acaba en fuego, la película en hielo. En una parte del libro puedes ver a Jack Torrence intentando hacer lo correcto para, poco a poco, ir cayendo en la locura. Por lo que a mí respecta, en la película Jack está loco desde el principio". No sólo esto, sino que la película le valió al director su primera y única nominación a los premios Razzie, comúnmente conocidos como los anti-Oscars. 

Lo que ocurrió con el paso del tiempo fue que, empujado por un repentino entusiasmo por la figura del autor, el público redescubrió la cinta, que desde entonces se ha convertido en un clásico atemporal y amontona cientos de análisis fílmicos y especulaciones sobre su rodaje, su misticismo, y la multitud de referencias escondidas que el director colocó en la película, consciente o inconscientemente.

Este ejemplo nos sirve para comprender el fenómeno que ha supuesto la revalorización de la filmografía de Kubrick. Puesto que él no se sentía cómodo hablando de su obra, muchas de estas referencias escondidas nunca llegaron a confirmarse. Por lo tanto, sólo nos queda analizarlo desde un punto de vista puramente cinematográfico.

Lo primero que salta a la vista en una película de Kubrick es su fotografía. La particular manera con la que el autor solía enmarcar la acción era consecuencia directa de su pasado como fotógrafo. Planos extremadamente amplios, planos Nadir (en ángulo perpendicular al suelo, mirando hacia el cielo) o planos cenitales (el inverso del plano Nadir) son habituales en su filmografía, pero no eran perspectivas frecuentes en el cine de sus coetáneos. 


1."Barry Lyndon", plano general.



2."A Clockwork Orange", plano Nadir.



3."The Shining", plano cenital.


A Kubrick le gustaba experimentar con la fotografía para amplificar el dramatismo de las secuencias, dibujando geometrías nunca antes vistas. Buscaba generar emociones primarias e intuitivas en el espectador, desprovistas de toda lógica. Como dije en la primera entrada sobre él, Kubrick era un director de instinto.

Otro rasgo distintivo era el uso que hacía del zoom, tanto hacia fuera como hacia dentro. Como explica Lewis Criswell en su ensayo "The cinematic Experience", esta técnica no es común en el cine de hoy día por lo mucho que distrae, dificultando la inmersión del espectador. Sin embargo, a Kubrick no le preocupa recordarnos que estamos viendo una película. 

4. "Barry Lyndon", zoom out.


Pero, ¿existe otra razón aparte de la puramente estética? En efecto, en el caso de "Barry Lyndon", el director utiliza este efecto para asemejar el resultado al de las pinturas neoclásicas del siglo XVIII, período en el que se sitúa la acción de la película. Como bien explica el escritor Oscar Bartolomé Poy en su web El Parnasillo, Kubrick tomó como ejemplo las pinturas paisajísticas de Gainsborough para evocar la insignificancia del hombre frente a la magnitud de la naturaleza que le rodea. La belleza hierática de los personajes también era retratada usando este zoom, evocando los retratos del también pintor neoclásico John Constable. En sí, la película se puede visionar como una gran galería de arte de tres horas. 

Además, la lentitud en el zoom es deliberada, generando hastío y pausa en el espectador, la misma desgana que caracterizó a la alta sociedad de la época. Por lo tanto, adivinamos que la intención de Kubrick no es, en ningún caso, entretener al espectador, sino contar la historia de la manera más realista, siendo fiel a su obra en todo momento.

5. "Holywells park ipswich", de Gainsborough; escena en el puente, "Barry Lyndon".


Kubrick tampoco se acobardaba ante la perspectiva de subirse la cámara al hombro y rodar las escenas él mismo, algo tampoco habitual entonces, para aprovechar el zarandeo de la cámara en transmitir la ferocidad de las escenas más violentas. Este uso de la cámara se puede comprobar en "A Clockwork Orange", cuando el protagonista se burla y baila alrededor de una indefensa anciana solitaria, o de nuevo en "Barry Lyndon", durante la pelea a puños en el asentamiento británico.

El uso de la música en la obra de Kubrick merece una consideración aparte. Al director le gustaba adaptar obras clásicas en vez de utilizar composiciones nuevas. Richard Strauss y su poema sinfónico "Así hablo Zarathustra" es utilizado al comienzo de "2001: A Space Odissey", y en "A Clockwork Orange" se hace un uso muy particular de las composiciones clásicas, dada la naturaleza del film. Es aquí donde se introduce el concepto de música anempática, esto es, unir una melodía que evoque un sentimiento a una imagen que transmita algo totalmente opuesto, disonancia que a su vez genera una tercera apreciación de lo que se muestra en pantalla. Es necesaria mucha habilidad para utilizar este recurso sin que el resultado acabe descompensado. Kubrick no inventó esta técnica, pero nos brindó el ejemplo más famoso en la escena del paseo por la Flat Block Marina de los personajes, una escena sumamente violenta acompañada por una cristalina pieza de Rossini, "The Thieving Magpie". 



Por último, cabe analizar la manera en la que el director abordaba los diálogos. Eran planos muy característicos los que utilizaba para filmarlos, pues con mucha frecuencia la cámara no mostraba al emisor de la plática, sino al receptor, más preocupada por enfatizar la reacción de éste al escuchar las palabras. Esto dotaba de un ritmo muy particular a las conversaciones, pues las nociones de acción y reacción estaban totalmente cubiertas en un solo plano: la acción era escuchada en los diálogos, y la reacción, mostrada mediante el rostro del receptor. "Full Metal Jacket" está repleta de ejemplos de esta ocurrencia.

Como se puede comprobar, Kubrick era un director de extremos, de contrastes, de combinaciones y de crispaciones. No se limitaba a narrar una historia, sino que estiraba el relato hasta cubrir todos los aspectos estéticos, musicales y emocionales de sus películas. Su obra es compleja y multidimensional, por lo que requiere de varios visionados para su entendimiento. El espectador no debe desanimarse por esto, ya que, si persevera, disfrutará de una paleta de matices no vista antes ni después en ningún otro autor cinematográfico. A día de hoy, nadie ha alcanzado su nivel de implicación, perfeccionismo e innovación, y el halo personal que cubre sus obras lo ha convertido en el artista cinematográfico más venerado en el corto tiempo de vida de este arte.


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