miércoles, 8 de junio de 2016

Leonardo DiCaprio, o el arte de perder los papeles

Una de cal y otra de arena. De las entradas que llevo hasta ahora, la más compartida y comentada (la única) fue la que escribí hace unos días sobre los malos vicios de Nolan. Ya que parece que a los lectores les gusta que baje al barro, hoy hablaré sobre otra figura del cine que a día de hoy parece tener un sobresaliente de por vida en todo lo que haga.

Leonardo DiCaprio comenzó su carrera en el mundo de la interpretación muy joven y, tras algunas apariciones en comerciales y series de poco recorrido, fue seleccionado por Robert DeNiro para interpretar al protagonista de la cinta "This boy's life". En ella, un chico y su madre se mudan a la casa del nuevo marido de ésta (DeNiro) con la oportunidad de comenzar una nueva familia. Al avanzar, la película nos muestra el lado menos amable del flamante esposo, tiranizando y volcando todas sus frustraciones sobre el joven DiCaprio y su madre. El primerizo actor demuestra aquí un excelente instinto interpretativo, junto a varios jóvenes talentos como Tobey MaGuire.

En el mismo año, participó en otra cinta, "What's eating Gilbert Grape?", en la que interpreta magistralmente a un chico con una discapacidad mental. La convincente actuación le valió su primera y merecida nominación a un Oscar, y lo puso en el centro de todas las miradas en Hollywood.

Años después, apareció interpretando a Romeo en "Romeo + Julieta", una sobrecargada revisión de la obra de Shakespeare llena de camisas hawaianas donde los clásicos versos no se recitan, se ladran. La importancia de esta innecesaria película reside en que es aquí donde vemos por primera vez al joven Leo desatado totalmente y sacrificando, a mi juicio, autenticidad en pro de dramatismo.


Ya en 1996, le llega la oportunidad de todo aspirante a estrella, la película que bate récords y coloca su aniñado rostro en las carpetas de todas las adolescentes: "Titanic". A pesar de que la cinta está hoy considerada como un efectista bulo de Hollywood, lo cierto es que DiCaprio realiza una más que aceptable interpretación, ayudando a "Titanic" a convertirse en el fenómeno cultural que todos recordamos por su escena sobre la proa del transatlántico.

Tras varias películas prescindibles, Martin Scorsese se fija en él para rodar junto a un desquiciado (y desquiciante) Daniel Day Lewis "Gangs of New York", película que narra los violentos albores de la ciudad y la nación más poderosa del mundo. Esta fue la primera de varias colaboraciones entre director y actor, que fructificaron en la que, en mi opinión, es la más memorable de todas las actuaciones de DiCaprio, en la cinta "The Departed".

Pero ya llegaremos a eso, porque DiCaprio aún tiene tiempo de recibir una inmerecida segunda nominación al Oscar por su interpretación en "The Aviator", también de Scorsese. El lustro de los nombres propios y la pretendida intensidad del drama deslumbran al jurado de la Academia, pero no nos convencen al resto, pues los altibajos de la película (no va con segundas) son paralelos a los de la actuación de DiCaprio. Biografía sobre la complicada vida de Howard Huges, productor de cine e ingeniero de aviación, Leo hace un retrato desmedido de las fobias y filias de este personaje histórico, cayendo en el más puro histrionismo en la segunda mitad de la cinta. De nuevo, su tendencia a la exageración le resta credibilidad a una, por lo demás, aceptable interpretación.


A partir de aquí, pocas (y tímidas) voces comienzan a alzarse para cuestionar a DiCaprio. ¿El crimen? La sobreactuación.  A muchos les pareció que el verdadero crimen era calificar al actor de sobreactuado, pero su siguiente película, "Blood Diamond", no hace sino constatar que DiCaprio no parece dispuesto a dejar de chupar planos a base de gritos y aspavientos.

Tras una divertidísima película con Spielberg, "Catch me if you can", rueda, ahora sí, "The Departed". Cohibido por la histérica actuación de Jack Nicholson y la naturaleza de su papel (un policía encubierto en el seno del crimen organizado de Boston), DiCaprio dibuja un personaje contenido y retraído. La tensión a la que está sometido cuando el jerarca criminal comienza a sospechar de él le brinda un excelente pretexto para liberarla después con las únicas tres personas con las que se siente seguro: sus superiores en el cuartel de policía y su amante. Paradójicamente, esta formidable actuación no le valió una nominación a los premios de la Academia, aunque sí la obtuvo su compañero de reparto Mark Wahlberg.

Tras pasar por las manos de Christopher Nolan y Tarantino, obtiene su siguiente nominación al Oscar por "The Wolf of Wall Street". Aunque el histrionismo del actor, que parece sentirse cómodo a la hora de ponerse en la piel de un desvergonzado Jordan Belfort, podría estar justificado aquí por los kilos y kilos de drogas que irritan las fosas nasales de su personaje, la película es un desafortunado relato de este infame individuo, pero un logrado pasatiempo de Scorsese y DiCaprio donde ambos dan rienda suelta a los más disparatados escenarios. Perdió ante un renacido (de verdad que me sale solo) Mathew McConaughey, que también aparece en la película unos minutos sólo para comerle los planos a un tímido DiCaprio.


La crítica especializada se echaba las manos a la cabeza, sus seguidores rompían a rabiar y nadie parecía entender cómo un grandísimo y prestigioso actor como DiCaprio aún no había sido laureado con la distinción de la Academia. El tema se convirtió en la comidilla de todos los corrillos de Hollywood (y de las salas de cine) y generó una cantidad abrumadora de memes en Internet pero, al año siguiente, Leo lograría resarcirse con "The Revenant".

Recuerdo la promoción de la película y cómo la expectación giraba en torno a DiCaprio y no a la trama ni a la dirección de Iñárritu, que se postulaba para su segundo Oscar. DiCaprio ya se había comido la película sin siquiera haber sido estrenada. Ricardo Darín habló claramente de esto en una entrevista para el diario peruano RPP Noticias: "Yo le he visto trabajos superiores. Esto suele ocurrir en las premiaciones (término latino), alguien que se lo merece durante varias ocasiones y no lo gana, genera un reclamo generalizado". Dicho de manera menos elegante, el mundo acabaría si Leo no ganaba esta vez el premio.

Y lo ganó. Sin oposición ninguna, pues, merecidamente o no, el resto de competidores ya estaban descalificados de antemano. Pero ganó, y el mundo durmió tranquilo esa noche, satisfecho de haberse hecho justicia con este joven actor de Los Ángeles. ¿La interpretación? Algo más que convincente, aunque en su línea de gruñidos y muecas crispadas; pero ¿qué más da eso?

1 comentario:

  1. También remarcable su actuación en "Diario de un rebelde".
    Buen análisis.

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